Hoy te voy a contar la que es una de mis mayores preocupaciones muchas veces.
Cuando adquieres un hábito, una rutina, algo que ya no te cuesta hacer, sino que forma parte de ti, es como que nunca quieres que se te vaya esa motivación.
Por eso, a veces tengo momentos de más trabajo que me hacen parar, o me pongo enferma y siempre tengo miedo de que al volver ya haya perdido ese hábito que había cogido.
De repente algo totalmente ajeno a ti te hace parar, cuando ya tenías el ritmo cogido.
¿Te ha pasado? ¿Sabes a lo que me refiero?
Y joer con lo que cuesta adquirirlo y lo que se lucha por mantenerlo…
Además, la vuelta requiere muchísima paciencia, notarme a un nivel más bajo al que estaba, sufrir agujetas, tener pereza por empezar, sentirme más débil psicológicamente…
Estar enferma o con una lesión sacude mi rutina.
Por eso no llego a entender por qué en verano la gente deja de cuidarse con lo bien que le hace.
Y lo deja a voluntad propia.
Es más, me parece el momento ideal para coger hábitos.
No hay otras obligaciones o muchas menos, tampoco hay excusas, estamos más tranquilas, con la mente más despejada, con más tiempo libre.
Lo haces a tu ritmo, sin presión.
Para mí es la época del año que más disfruto de practicar yoga allá donde voy.
Aquí la prueba. No hay sitio donde no plante mis clases de Blue Bamboo y me ponga a hacer clases jaja. Monte, playa, marruecos, sri lanka, mallorca…allá donde vaya.
Lo que creo es que muchas personas asocian el verano a no tener que forzarse a hacer nada que les cueste, y entre ello está el ejercicio.
El calor, los desplazamientos, viajar...
Mil y una excusas que nos hacen volvernos inmóviles.
Pero..¿No te da más pereza el invierno?
Anochecer a las 5 de la tarde.
El frio al cambiarte de ropa.
La rutina eterna e interminable.
No sé, llámame loca.
Pero ahora, anocheciendo a las 10 de la noche, encuentro mil y un momentos para hacer una clase o sacar la esterilla para hacer unos saludos al sol.
Este es uno de los motivos por los que he dejado junio gratis.
Porque llevaba muchos años viendo cómo las personas de mi alrededor realmente sufrían en septiembre tras volver a coger el hábito. Y quería ayudar. Quería que ni viajar, ni la falta de tiempo, ni el dinero, fueran un freno.
Muchas personas se abandonan en estos meses.
Dejan de lado sus deportes.
Y el yoga si algo tiene, es que baja tus niveles de estrés, libera tensiones acumuladas y te hace sentir tranquila y en paz cuando lo acabas.
Es el momento perfecto para tontear con un hábito, para probar y que se vuelva tan imprescindible y placentero como una ducha veraniega.
Hazme caso, empieza ahora, poco a poco, luego será mucho más fácil.
Y si quieres dedicarte a la vida contemplativa, hay sesiones guiadas de meditación.
PD: y si haces como yo, mándame foto que vea de donde disfrutas de tus clases.